martes, 8 de junio de 2010

Prosas Apáticas III

Déjà vu

Llego a la avenida y giro suavemente mientras fumo un cigarrito . Reposo la mirada un segundo en un perro que bosteza  y emana , dentro de esa quietud glaciar, una comprensión absoluta de los impulsos  vitales , este perro comprende que ha conocido sus límites ontológicos y que no vale la pena hurgar en nociones o emociones que no le  pertenecen, ha censurado esa curiosidad que parece tan humana pero que viral, el pendejo se dio cuenta que el mundo no le pertenece tanto como para ponerse a pelear (conoce todo o no le interesa aprender nada).

Al rato el perro se aburre del mundo y se va.
Sigo esperando mi combi me recuesto en una pared y enciendo otro cigarrito.
De repente siento una presencia extraña, una alteración en el espacio así que levanto la mirada como un animal que siente el terremoto antes que todos y encuentro una bomba nuclear.

Era A.

Me aseguro de que sea ella y compruebo que cada rasgo físico coincida con mi ultimo recuerdo de su presencia.

De pronto esa patética persecución se completa y esta mujer que me parecía estar rondando me alcanza.

Entre gente idiota , ambulantes y combis  ,su presencia nebulosa aun me perturbaba  y me costó un mundo  mantenerme de pie , de pronto sentí una corona de espinas en la cabeza y una condensación sulfúrica en mi estomago .Me paralizo un segundo que es suficiente para cruzar miradas (Un  romano ahora me ha puesto la cruz).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

esucpan todo